LA PÚA DE TARANTINO – Crónica de la boda del 24_9_21

1.24 am. Autopista de entrada a Barcelona. Circulamos muuuuy leeeeeentameeeeeeente. Luces azules a 20 metros. Es la policía.
– Espera Marta, luego te llamo, ha pasado algo, tengo a la policía justo delante.

LA MAÑANA
Trece horas antes, recojo un trípode en casa de una queridísima wedding planner.
– Eso suena raro.
– A medias. Me dejé el trípode en la venue de la semana pasada. La wedding lo recogió, lo llevó en su coche toda la semana, la mareamos un poco, y finalmente lo recogí en su casa antes de ir a mi nueva boda. Eso es raro. Que me deje cosas por las venues no es tan raro. Voy cargado hasta los dientes, soy un desastre, en la boda anterior llevé a su hotel a 3 fotógrafas y un videógrafo, no quería hacerles esperar mientras repasaba todo mi material.
– Vale, es medio raro entonces.
– Solo un 25%. Le llevé a la wedding planner una caja de bombones por las molestias.

Avanzamos. El mundo solo es raro en un 25%. Veamos otro ejemplo. La ceremonia de ayer era a las 17h. Llego a las 11,30h. Eso no es raro para nosotros. En cambio, sí es rarete que el parking huela a marihuana. Y que todo el camino de acceso huela a marihuana. Pero mucho.

Entro en la habitación de la novia. Entre maquilladoras y chicas que se maquillan y madres de las novias y de los novios, soy el único chico.
– Eres el único chico, – dice otro ser humano, que tampoco era un chico.
– Por eso he venido – creo que dije. No estoy seguro. A veces pienso cosas y no las digo, eso siempre es mejor que decir cosas que no piensas. Con la mascarilla, a veces digo cosas en voz baja. Un día se acabará la pandemia y seguiré diciendo cosas, sin mascarilla, y quizá a la gente le parezca raro.

– ¿Has salido con prisas esta mañana? – me pregunta la madre del novio. No sé qué pensar, aunque eso no es nada raro en mi caso, me ocurre todo el tiempo. – Es que te has puesto una bamba de cada color, – y me devuelve la mirada esperando una respuesta. Tengo dos respuestas posibles en este caso: la de los tatoos, y la de los años. Le cuento la de los años:
– Tengo 44 años en la cabeza, pero aquí – señalo el corazón – quiero seguir teniendo 9 años.

Tendría que haberle contado la versión de los tatoos. En esta boda to er mundo iba tatuado y, por si las moscas, había tatuajes provisionales para los invitados. Recuerdo un diálogo de Hechizo de Luna:
– ¿Y ese anillo cutre de compromiso que te ha dado el patán de tu novio?
– ¡Es provisional! – responde Cher indignada.
– ¡Todo en esta vida es provisional! – responde el padre.

Una bamba de cada color : versión acústica (tatuajes). La gente se tatúa algo para recordarse algo, como cuando te escribías «deberes de mates» en la palma de la mano. En mi caso, una bamba de cada color es un tatuaje reversible (puedo dejarlo cuando quiera, y también puedo intercambiar los colores de las bambas, incluso de los cordones; todo son facilidades). Quiero recordar que la vida es un juego, que no quiero perder la ilusión de jugar en todo momento, que nuestro lema es «Hemos venido a jugar», y que no vale la pena estresarse y vivir las cosas con tanta ansiedad. Supongo que es raro en un 75%, aunque cada vez hay más deportistas que llevan una bamba de cada color, y quizá un día solo sea raro en un 13,5%.

Dejo de ser el único chico en cuanto llega el novio. Marta siempre advierte (y digo «advierte» porque es un término muy Marta Pi, otra persona conjugaría el verbo «quejar», pero Marta Pi no se queja nunca). Decíamos ayer que Marta Pi siempre advierte que, en las bodas, cada fin de semana, me encuentro ante multitud de mujeres «en su mejor versión posible», léase peinado, maquillaje, vestuario y, en la mayoría de los casos, actitud ante la vida. Siempre digo que nuestro trabajo es muy agradecido, aunque no lo digo por eso. Lo digo porque vivimos un día fucking unbelievable en la vida de una familia, y eso es fucking unbelievable.

LA OTRA MAÑANA – Estallidos de cabezas
Hace un par de días me llama mi hermana y me cuenta esta escena.
Estoy en un centro de belleza, y me quedo tan contenta que le digo a la chica:
– Haces feliz a la gente, como mi hermano, que es videógrafo de bodas…
– Como Ensu – le dice la chica.
Desconcierto.
– Ensu es mi hermano.
– ¿Tu hermano trabaja en Ensu?
– Mi hermano es Ensu.

Estallido de cabezas. La de la novia Ensu, que reclama la presencia de su novio Ensu (hicimos su boda hace un par de años). Hablan cosas preciosas sobre Ensu que no me atrevo a reproducir, así que también estalla mi cabeza. Luego estalla la de mi padre, cuando mi hermana se lo cuenta: «No sabes lo que dijeron, ni lo bien que lo explicó tu hermana».

– No sé si acordarán de nosotros – le dice el novio Ensu a mi hermana, – con tantas parejas… pero yo creo que conectamos.
En cuanto me entero de la conversación con mi hermana, le envío un whatsapp al novio, diciendo «whatsupppp?» y comentamos la jugada. Les queremos mucho, su vídeo está premiado en nuestra web y el mejor premio fue conocerles y formar parte de su historia, que nunca olvidaremos.

LA TARDESITA
Los novios se casan en la tardesita de ayer. Se abre la puerta de la Masia y aparece la novia, de la mano de su padre. Tienen un largo camino hasta el altar, y hablan. Mucho. El padre le está diciendo cosas, con los ojos llorosos y una sonrisa espectacular. Me emociono por dos cosas: uno, porque la escena es tan sencilla como conmovedora; dos, porque el padre es amigo mío desde hace 20 años. Trabajé con él durante mucho tiempo, seguimos estando conectados por razones profesionales y personales. Una vez hablamos de crear un negocio que se dedicara a musicalizar espacios. «Es la persona más optimista que conozco, y también la persona que tiene más sensibilidad por el mundo». Eso lo dice la novia en «La púa de Tarantino», viene en un par de párrafos.

Los novios salen de la ceremonia con «Friday I’m in love». Como die-hard fan de The Cure, me emociono. Just like Heaven es la número uno, siempre lloro con esta canción en todos los conciertos. También con «In between days» y con unas cuantas más. La cuestión es siempre llorar. El problema es llorar con gafas y mascarilla grabando una salida de novios de la ceremonia. Lo soluciono.

– Huele mucho a marihuana – dice el fotógrafo durante el reportaje de los novios.
También dice:
– Vamos a hacer esto con ellos ahora,- lee mi careto. – Te la suda, ¿verdad?
Nos reímos. Le digo que, ciertamente, puede hacer lo que quiera, seguramente no lo grabaré, y es probable que incluso me vaya, cosa que hago. La cuestión es que los posados no forman parte de nuestros vídeos. Se lo cuento a Marta, conduciendo a casa por la noche:
– Con esto no le quería decir que me da igual, que paso de todo… Al revés. Quería decir que mi trabajo es hacer aquello por lo que nos han contratado, y no nos han contratado para hacer ese tipo de vídeo con posados, de manera que es mi responsabilidad buscarme la vida para grabar otra cosa que encaje con lo que los novios nos han pedido. Nos contratan, entre otras cosas, para tomar decisiones.

Todo en este post está desestructurado. Es un homenaje a «La púa de Tarantino», la proyección que hicimos para la boda de ayer y que, a su vez, es un homenaje a Tarantino. A los novios les encanta Tarantino. Los novios quieren proyectar un vídeo para homenajear a sus padres y hermanas, y decirles aquello que nunca les han dicho. Nunca jamás de los jamases. Y lo dicen en el vídeo. Los novios se conocieron en un concierto, el novio cantaba y tocaba la guitarra y, cuando terminó el concierto, le regaló la púa a la novia. así empezó todo. Así que hicimos un vídeo sobre «La púa de Tarantino», muy desestructuradito todo él, y se proyecta antes de su entrada en el banquete. Lloran, y se ríen, y lloro, y no me río porque estoy grabando todo y, entre una cosa y otra y Red Bull, el corazón me va a mil, y me cuesta respirar con la mascarilla.

LA NUIT
Debate con los fotógrafos sobre videografía de bodas, empresas, egos, amistades. Brutal. Quiero ir a comer con ellos para continuar con la conversación. Hablamos sobre el ego de los profesionales y la voluntad de crear algo artístico, nuestra responsabilidad con las tarifas que proponemos y el hecho de que, sobre el papel, trabajamos en UN evento social. La cuestión es que trabajamos en EL evento social de cada pareja. Es EL evento social de su vida, muy probablemente. Nuestro planteamiento: intentemos hacer algo que realmente cuente lo que vives como novi@ y quién eres, en lugar de limitarnos a seguir las tendencias del momento. Hagamos un vídeo que no envejezca, en lugar de hacer un vídeo que sea trendic topic hoy, pero que en un par de años se convertirá en un reflejo de cómo eran las bodas en 2021, en lugar de reflejar cómo fue tu boda y quién eres; una vez tenemos claro ese planteamiento, pensemos cómo conseguirlo y veamos cuánto cuesta.

Sale el pastel. Lo ha hecho el padre de la novia. Hace cosas increíbles. Nos ha regalado a todos unos jabones preciosos con la palabra LOVE, que ha hecho él; el pastel está compuesto por 60 pastelitos con la palabra LOVE, decorando una monumental estructura de seis pisos.

-Estaba buenísimo – le cuento a Marta, conduciendo de vuelta a casa. – Luego han tenido un grupo tocando música en directo. Espera Marta, luego te llamo, ha pasado algo, tengo a la policía justo delante.

La policía corta el tráfico. Pasan ambulancias, grúas, más coches de policía. Todos apagamos el motor, la gente empieza a salir de sus coches. Son casi las 2 de la mañana de un viernes. Estoy atrapado en la autopista, un viernes por la noche, solo hay gente joven de fiesta, saliendo de sus coches sin saber qué hacer, con la adrenalina medio postpandémica que gobierna en forma de botellón en las plazas de tantas ciudades . Empiezo a panicar: uno, por si me duermo en el coche; dos, por si a la juventud medio postpandémica y totalmente frustrada un viernes por la noche, de parón en la autopista, le da por liarla y mis cámaras corren peligro, con sus tarjetitas dentro, con todos esos planos esperando convertirse algún día en un vídeo que cuente la historia de una pareja en uno de los días más importantes de su vida.

Me pongo un podcast para combatir los problemas uno y dos anteriores. The Rewatchables: Bill Simmons y Chris Ryan hablando sobre «Argo» y el incomprensible pelo de Ben Affleck en esa película.

Esto sí que es raro.